¿Cabe suponer al gobernante alguna destreza o cualidad especial? Si alguna habilidad del gobernante cabe destacar, de nada sirve en sí misma —sólo vale en relación con los demás—, y debe estar enfocada en último término a desarrollar en plenitud las competencias más humanas de quienes colaboran a alcanzar el fin organizacional.

 

¿Qué guión dirige sobremanera las actuaciones de los buenos gobernantes? Ante una disyuntiva, ¿qué es preciso anteponer, lo urgente, lo conveniente, lo ético, lo legal, lo de fácil solución, lo rentable,...? Para saber cómo actuar, la prudencia, la visión y el hábito de fundamentar procuran al gobernante un manual de gran ayuda capaz de desenmarañar algunos desafíos aparentemente insondables. Son estos, saberes prácticos a incorporar a la cultura vivida de la organización, sí se quiere que los problemas se aborden y resuelvan según criterios eficaces compartidos por toda la organización.